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Roberto
Segrov
Junio
de 2016
*Las incluidas en este texto provienen de @oldpicsarchive, de @BookImages y de @kulturtava
[1]
Así las cosas, es el rito el mecanismo que da cuenta de las manifestaciones
escriturales de este tipo de libros fantasma. Lo que hay que entender es que el
escritor no deja de aplicarse a la tarea de escribir y ficcionar la realidad.
El ejercicio de imaginar es constante y como proceso en sí mismo vale. El silencio
que se enmarca en la hoja no escrita es el mismo del sueño que se rescata a
tirones en la mañana. El escritor del hambre prueba de este modo que la
escritura es más un espacio que un hecho, más un movimiento performativo de la
narrativa misma que un congelamiento impreso. El escritor del hambre lleva a
cabo un rito callado de alusiones ilusorias, sus gestos mágicos conjuran el
ruido del planeta y dan apertura a un espacio en el que la ficción como entidad
antediluviana se manifiesta en su entera e inenarrable gloria. Una gloria que,
por demás, es alarido desesperado, por supuesto.
[2]
Hemingway, cómo no, supo expresarlo de manera más acertada. Si bien se
puede pensar que Hemingway no fue un escritor del hambre o del silencio, o un
anti-escritor, por decir, un Bartleby, sí lo fue de aquellos que rompen el
hielo no con un hacha, sino con las manos desnudas. En todo caso, su producción
escrita siempre fue desesperada. Eso de pararse frente a la máquina de escribir, de pie, a
sangrar, es el acto de quien ronda las inmediaciones del abismo. Muy a su modo,
lo dejó para la posteridad en sus formulaciones acerca de la oración perfecta. Previsiblemente,
por supuesto, jamás la encontró, y su búsqueda se redujo a esto, lo cual cancela
su obra toda. Eso y su sensación de abandono, dolor y desesperación al terminar
de escribir un relato o una novela, como si acabara de hacer el amor.
[3]
Es posible que Kafka se refiriera aquí al gesto sin sombras del que Borges hace
eco en su disertación del Budismo. Del caso Tolstoi, ni hablar.
Increíbles conceptos, solo enunciables por quien entiende mas allá de las letras.
ResponderEliminarGracias por el comentario. La lúdica de la literatura puede sugerir el contenido de textos inexistentes, solo desplegables en el receptor.
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